Fue muy curioso que durante la sesión descentralizada de la
Comisión de Fiscalización del Congreso de la República, realizada el viernes en
Arequipa, la actitud de los “fiscalizadores” fuese tan, digamos, indulgente. Tampoco
es que uno esperara al equipo de “La Ley y Orden”, pero tampoco imaginábamos
estar frente a “Los cariñositos”.
¿Qué sentido tiene invitar al presidente regional y al
alcalde provincial para llenarlos de elogios y dejar las preguntas para la
imaginación? En serio, da vergüenza que el congresista Mariano Portugal en
lugar de cuestionar se dedique a felicitar la gestión de Alfredo Zegarra, gestión
de la cual, por menos, debería estar dudando. Pero no, es más regio quedar
entre amigos, todo chévere contigo, papá. Nunca quedas mal con nadie. Peor fue
Heriberto Benítez, que se desparramaba en piropos al presidente regional y
llamando a las autoridades a “hacer obras sin temor a las denuncias”.
Francamente, si no hubiese sido por que se aprovechó esta
sesión para presentar el informe final del Operativo Misti, hubiera quedado
como una reunión de confraternidad, apoyos morales y palmaditas en el hombro. Lamentablemente,
esa acción apurada de la Contraloría no ha tenido contundencia. Empezando por
el hecho elemental que no han hurgado en la fuente máxima de negociados bajo la
mesa y adjudicaciones a dedo: la licitación de obras. Con distritos que tienen
un canon minero alucinante resulta sospechoso que hayan preferido limitarse a
revisar planillas y buscar minucias en las cajas chicas. El colmo de los colmos
se manifiesta cuando el contralor dice que en la UNSA hay, cuando mucho, faltas
administrativas, igual en Sedapar, la municipalidad de Caylloma y la de
Caravelí.
Preocupa que el propio Fuad Khoury confirme que todo el
operativo estuvo fuera de programa y que se hizo con mucha rapidez (pese a que
tardó dos meses más de lo anunciado). En octubre del año pasado el jefe
regional de la Oficina de Contraloría, Oliver Paredes, afirmaba que “de ninguna
manera” el operativo se aplicó por caso Hellen Aizcorbe. “No tiene que ver una
cosa con la otra”, decía agrandado. Ya cuñao.
Ha sido desilusionante el trabajo de Contraloría. Algunos
alcaldes mencionados ya empezaron a vociferar por los hallazgos que, aunque
misios, algo los debe mover. Pero claro, los funcionarios que estarían
involucrados y serán acusados penalmente y civilmente todavía son anónimos, son
cifras que terminan incrementando la sensación de impunidad en el sector
público. Y, peor todavía, generaliza la sensación de corrupción en las
instituciones. Si las responsabilidades ya fueron determinadas debemos saber
nombres y apellidos de los tipos que metieron sus uñas en el erario público. Si
no han sido los destapes que esperábamos, al menos en su pequeñez que sean
contundentes. Identificarlos sería un buen inicio.
Si todos son culpables al final nadie lo es.
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