miércoles, 26 de noviembre de 2008

La carta

Con algo de resistencia, aquí está. Esta es la carta que obtuvo el segundo puesto en el concurso "Una Carta de Amor" (re cursi, lo sé.) de Caretas, que salió publicada el 31 de marzo del año 2005. Dos cosas. Primero, esa carta tenía destinataria fija y aunque posee algunas licencias literarias, así vivíamos. Segundo. Alejandro Lira Landa, maestro mío, me dijo que al final las cartas de amor uno las escribe para uno mismo. Tiene toda la razón.
Sospecho que algo tramas. Llamaste ayer para avisar que llegas en el vuelo de esta noche y estoy asustado. La casa está hecha un desastre. Pero el regaño no será porque encuentres la sala sin barrer o la cama mal tendida. No. Algo te traes.
Vienes por una razón distinta a las de antes. Hoy no regresas para que vayamos a caminar por ahí ni para demostrar tu alucinante manía de doblar las servilletas en cuadraditos de todos los restaurantes. Hoy será diferente.
No preguntaste al llamar si hace frío o calor para ver qué ropa traes ni me recordaste esos tres años que, por ser menor que tú, me perdí de los turbulentos setentas. Algo tramas.
Supongo que no es nada serio, simplemente alguna corrección que quieres hacer en nuestra relación. Nos espera entonces una conversación mediana donde expondrás tus ideas sin que yo te pregunte nada. Al final saldremos a tomar algo y en la puerta dirás; “péinate loquito”.
¿Entonces de qué me preocupo? Lo más seguro es que tiene que ver con el anillo que compré hace meses y que en cada una de tus visitas jamás tengo el valor de darte. Entonces el que algo trama soy yo. Creo que este fin de semana tampoco te lo daré y cuando te marches me quedaré como de costumbre, buscando por toda la casa cualquier cosa que olvides para ponerla junto a la cinta de tu pijama, tu foto, una media, y claro, las servilletas cuadradas que recojo sin que te des cuenta.
Mejor me apuro, debo ir a recogerte.


Pd: En este link se puede ver parte de la nota que salió en esa edición de Caretas: http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=613&idSTo=0&idA=13791

lunes, 17 de noviembre de 2008

Volver a creer

REM lo hizo todo bien. Logró que las más de 35 mil personas que allí estuvimos, nos llenásemos de la energía perdida viviendo durante años vidas normales. Michael Stipe nos demostró que todavía uno puede encontrarse con sus sueños. Con la verdadera vida.

Hay que recordar. Evocar con los ojos entreabiertos los momentos en que uno escuchó por primera vez “Everybody hurts”. Hay que trasladarse a los días en que escuchando “The One I Love”, uno pensaba “sería genial que un día vinieran”. Sería genial.
REM llegó un día jueves por la noche al Perú, exactamente a las 9 y 40 de la noche. Michael Stipe, Peter Buck y Mike Mills pisaron suelo nacional para ser llenados con elogios, gritos y regalos. El viernes siguiente, devolverían esos gestos con el mejor concierto que ha habido en el 2008.
Esa invención llamada Lima Hot Festival arrancó a las 6 y 20 de la noche, con la presentación de los Turbopótamos y luego de Cementerio Club. La gente llegaba por grupos y el Estadio Nacional se convertía en la cofradía de los recuerdos, en el ágora donde todos los presentes veríamos un sueño.
La banda Travis cumplió muy bien su cometido. Su frontman calentó la noche con una excelente performance, donde sus temas más sonados “Side”, “Sing” y “Why Does It Always Rain On Me?” pusieron el ambiente listo para la llegada de lo más esperado.
A las 10 de la noche, en una gigante pantalla de leds se podía leer “Buenas Noches”. Michael Stipe salió a cantar lo más reciente de REM, un par de temas de su disco Accelerate. Todos respondieron de la única forma en que se puede contestar a un dios terrenal. A gritos.
Sin anestesia, Stipe arrancaba con “What’s the frecuency, Kenneth” y seguía disparando su voz contra todos los presentes, que hacía rato ya se habían muerto, abrazados a los amigos, o solos con los brazos cruzados y la mirada perdida, o fumando en mancha sustancias de consecuencias festivas.
La extraordinaria “Imitation of life” se instaló en los oídos de todo el Nacional, iniciándose un pogo demencial que alcanzó su mayor apogeo cuando Stipe decidió que ya era hora de que todos gritásemos “FIRE!” en el coro de “The One I Love”.
Para quienes se reventaban la cabeza en los 90’s con “Losing my religion”, el momento de la canción fue tremendamente emotivo. Ya se podía confirmar lo que estaba ocurriendo delante de 35 mil pares de ojos.
Stipe quiso regalar algo extra al público peruano y cantó una versión bastante particular de “Let me in” (canción dedicada a Kurt Cobain, luego de su muerte). Luego “Electrolite” y el pedido de Michael de que todos encendiésemos los teléfonos celulares. Nos había despojado deliciosamente de toda voluntad propia.
Cuando ya se acercaba la medianoche, nos obligaron a despertar. REM dijo adiós tocando “Man on the Moon” mientras los demás sólo gritábamos If you believe they put a man on the moon...
Yo creí.

PD: Mi camarada Varguitas también estuvo allí. Su versión aquí.