lunes, 12 de agosto de 2013

Lo que habita adentro


Hemos respirado los aromas del adobo desde que tengo memoria. En casa se ha hablado con pasión de Menelik, ese invencible toro gigante, con nosotros todavía en la cuna. Las acuarelas retratando campiñas han estado siempre en las paredes de mi infancia. 
Crecí en una extraña sucursal de Arequipa. A 550 kilómetros del Misti, frente al mar, mi familia construyó un hogar characato en cada habitación. Mis hermanos y yo heredamos la costumbre de comer rocoto frente a los costeños amigos que no se atrevían. Nos hemos peleado por una camiseta de Melgar cuando niños y hasta hemos bailado carnavales en las fiestas familiares. Todo eso frente al océano Pacífico, lejos del sillar.
Se pronunciaban palabras que sonaban a conjuros: Yanahuara, Socabaya, Paucarpata, yaraví, chojni, alalau, pacpaco, y nos moríamos de risa. Esos trabalenguas fonéticos eran el lenguaje de un mundo al que estábamos conectados por sangre y costumbres. Lo sabíamos y aunque mostrábamos resistencia al principio, poco a poco todo nos quedó claro como el cielo de agosto. Éramos pues, arequipeños nacidos fuera de su lar.
Descubrimos lo que era un Grifo, coronando el escudo de Arequipa, antes de verlo en los libros de mitología. Conocimos a los camarones y su aspecto extraterrestre antes de ver Alien. Entendimos que un queso helado no lleva queso y, más grandecitos, que el anisado podría arrancarnos la vida.
Mario Vargas Llosa lo ha explicado mejor que nadie: “toda mi tribu familiar, como suelen hacer los arequipeños, se llevó siempre a la Ciudad Blanca con ella en su andariega existencia”. Quizás allí habita el atributo más irrebatible del arequipeño en el mundo, su indivisibilidad con las raíces.
Eso explicaría por qué la nevada arequipeña, ese estado de ofuscación aleatoria que puede incendiar el mundo, nos acecha permanentemente, dentro y fuera de los confines de la ciudad. Se entiende entonces la cara de desconsuelo absoluto que pone el arequipeño que vive en Tokyo, cuando, en YouTube, encuentra esa canción de Los Dávalos que le devoraba el recuerdo. Y uno tiene la certeza de que en cada lágrima que se chorrea en el aeropuerto y cada abrazo que se estrecha en el terminal, nace el reencuentro de un arequipeño, no solo con sus seres queridos, sino con la gravedad de su tierra.
Se han cometido barbaridades en nombre de ese amor desmedido, que a veces borra por completo el precario límite entre el orgullo por lo propio y el chauvinismo. Pero también han sabido construirse maravillas que se elevan sobre sillares, fogones, caballetes, danzas y algarabías, cautivando a los que pusieron el hombro para crearlas como a los que son testigos boquiabiertos de un hechizo colectivo.
Arequipa se ha convertido en una ciudad que se multiplica en el corazón de cada enamorado de este suelo. De los tremendos sismos que nos ha tocado vivir (los terremotos no solo son de tierra) se ha levantado siempre una nueva ciudad, una nueva esperanza, un nuevo hogar.
Ese hogar está adentro.

lunes, 17 de junio de 2013

Casi padre


Hace un mes estuve a punto de ser papá. No, no fue un susto. Fue algo premeditado, con fases milimétricamente planificadas para poder traer al mundo al primo de mis sobrinos. Lamentablemente ese intento no funcionó. Así pasa. Dolorosamente tuve que aceptar que este año no me toca regalo en el tercer domingo de junio.
Pero esos días de ansiedad me fueron poniendo en el escenario del porvenir. Empecé a practicar lo inevitable: cambiar mi rutina. Comencé a dormir menos, busqué cajas impenetrables para guardar mis libros y cd más preciados, empecé a hacer inventarios de los muebles de la casa que tenían esquinas capaces de partir crismas y evalué cuáles de los cubiertos podíamos eliminar para quedarnos solo con los que tengan punta roma.
Por supuesto Ella no era ajena a estos preparativos. El debate permanente recaía en el bendito nombre. Ella siempre apostaba por lo familiar, lo tradicional. Yo, poniéndome religioso, quería algo que evocara solidaridad, entrega, hermandad y sacrificio. Ni lo pensé. “Se va a llamar Gokú”, le dije, con solemnidad. El fallo era inapelable.
Lo más contundente vino después. Empecé a imaginar las escenas en las que tendría que responder sus preguntas o enseñarle lo básico para sobrevivir. Imaginaba los diálogos trascendentales qué tendríamos y la forma en que respondería sus preguntas más inquietantes: Papá… ¿quién es Obi Wan Kenobi? ¿Qué es eso de La Fuerza?
Y mis dudas eran mayores mientras las preguntas se las hacía yo a él: ¿Sabrás diferenciar, hijo mío, entre el Super Sayayín 1 y 2? ¿Acaso tendré que leerte cada noche todos los libros de “Canción de Hielo y Fuego”? ¿Qué disco te hago escuchar primero, el “Black Album” de Metallica o el “Use your illusion” de los Guns N’ Roses? ¿Preferirás ser Ironman o Batman a la ahora de los superhéroes?
Estos, damas y caballeros, fueron mis tormentos durante las semanas en que esperaba romper mi juramento adolescente de morir sin descendencia.
Fue allí, en ese territorio de la paternidad futura, que empecé a entender a los amigos que lo abruman a uno con las fotos de sus hijos en Facebook. Hasta intenté tolerar esas historias increíbles sobre las habilidades extraordinarias de los bebés ajenos: “No sabes, mi nene ayer citó a Sartre en su nido”. Sí, todo eso ya no me parecía tan absurdo.
Me toca ahora esperar. Seguir acumulando juguetes y DVD con los dibujos animados de mi infancia para compartirlos contigo algún día. Deberé comprar pelotas y camisetas de nuestro equipo, para que hinchemos juntos cada vez que nos toque ver el partido por televisión, desquiciando a tu madre con nuestros gritos eufóricos. Desempolvar la tabla y las aletas para enseñarte cuándo es el momento exacto de subirse a las olas.
Ya tendremos tiempo, Gokú.

lunes, 3 de junio de 2013

Ciudadanos de segunda clase

Todo es importante. Y las obras de reconstrucción de la ciudad son, luego de la catástrofe de febrero, además, urgentes para quienes viven, trabajan o circulan constantemente por las áreas devastadas.
La Av. Venezuela, por ejemplo, es recorrida todos los días por miles de universitarios, quienes aparte de sufrir el calamitoso servicio de transporte urbano que tenemos en la ciudad, ahora también deben aguantar los perjuicios de una vía destruida, llena de polvo y escombro. Los vecinos de los alrededores se han quejado igualmente de la presencia de ratas y otras alimañas en sus casas, producto de las torrenteras quebradas y las fisuras en el desagüe.
“Son alarmistas”, dicen los que creen que todavía se puede esperar. Quizás no saben lo que es ver aparecer una rata en el living, justo cuando vas a cenar. O respirar todos los días polvo mezclado con caca. Quizás les parece normal.
Ya es hasta folklórico que el alcalde pose con su mejor gesto para la foto de la primera piedra en la reconstrucción de La Isla y que luego pasen los días y quede en eso, en fotito y una piedra puesta allí para recordarle a la gente que en esta ciudad el tiempo es algo tan abstracto que cumplir plazos es un sueño y los sueños… bueno, ya sabemos.
Desde el municipio la justificación es la misma: Lima traba todo. “Quiero volar, pero no me dejan”, dice Zegarra, seguro abriendo los abrazos. “I’m the king of the world”, podría agregar. Pero ninguno de sus lamentos soluciona nada. Qué diferente del alcalde que hace unos meses, casi llorando, anunciaba al mundo que “con uñas y dientes” había conseguido que Arequipa siga siendo la sede la Convención Minera. Allí sí no había Lima que valga.
Para asegurar la cosas, las autoridades políticas de Arequipa firmaron un acta de compromiso (¿?) que podría resumirse en “señores mineros, la ciudad es suya”. ¿Les impusieron firmar ese documento desde el Instituto de Ingenieros de Minas o lo hicieron así nomás, de buena gente? Parecen no entender que hay una diferencia inmensa entre ser servicial y ser un servil.
¿Y no hay acta de compromiso con los ciudadanos que vivimos aquí los 365 días del año, muchos de los cuales votamos para que tengan los trabajos que tienen? Parece que pertenecemos a otra clase, una inferior a la hora de las prioridades.
Si todo es importante, y algunas obras son urgentes, no hay derecho a que se priorice, digamos, una vía a Cerro Juli que, sincérate varón, su única premura es la inminencia de la Convención Minera, ese evento que “dinamiza la economía” y que despeina a autoridades, periodistas/publicistas, hoteleros, agentes de turismo, taxistas, las señoritas del “Amanecer”, “El Kan Kan” y demás; pero que francamente pierde en importancia si se trata de reconstruir la ciudad en la que vivimos. Sorry, no estamos de visita.
Es evidente que todas las promesas de la municipalidad y el gobierno regional tienen más de demagogia que asidero en lo real. Sin embargo, a la hora de cumplir, los ciudadanos debemos ser los primeros en la lista. Sobre todo cuando la urgencia pasa por salud y bienestar. Creo que eso es más importante que facilitarle la llegada a las camionetas 4x4 que irán a Cerro Juli.

domingo, 24 de marzo de 2013

Nunca quedas mal con nadie


Fue muy curioso que durante la sesión descentralizada de la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República, realizada el viernes en Arequipa, la actitud de los “fiscalizadores” fuese tan, digamos, indulgente. Tampoco es que uno esperara al equipo de “La Ley y Orden”, pero tampoco imaginábamos estar frente a “Los cariñositos”.
¿Qué sentido tiene invitar al presidente regional y al alcalde provincial para llenarlos de elogios y dejar las preguntas para la imaginación? En serio, da vergüenza que el congresista Mariano Portugal en lugar de cuestionar se dedique a felicitar la gestión de Alfredo Zegarra, gestión de la cual, por menos, debería estar dudando. Pero no, es más regio quedar entre amigos, todo chévere contigo, papá. Nunca quedas mal con nadie. Peor fue Heriberto Benítez, que se desparramaba en piropos al presidente regional y llamando a las autoridades a “hacer obras sin temor a las denuncias”.
Francamente, si no hubiese sido por que se aprovechó esta sesión para presentar el informe final del Operativo Misti, hubiera quedado como una reunión de confraternidad, apoyos morales y palmaditas en el hombro. Lamentablemente, esa acción apurada de la Contraloría no ha tenido contundencia. Empezando por el hecho elemental que no han hurgado en la fuente máxima de negociados bajo la mesa y adjudicaciones a dedo: la licitación de obras. Con distritos que tienen un canon minero alucinante resulta sospechoso que hayan preferido limitarse a revisar planillas y buscar minucias en las cajas chicas. El colmo de los colmos se manifiesta cuando el contralor dice que en la UNSA hay, cuando mucho, faltas administrativas, igual en Sedapar, la municipalidad de Caylloma y la de Caravelí.
Preocupa que el propio Fuad Khoury confirme que todo el operativo estuvo fuera de programa y que se hizo con mucha rapidez (pese a que tardó dos meses más de lo anunciado). En octubre del año pasado el jefe regional de la Oficina de Contraloría, Oliver Paredes, afirmaba que “de ninguna manera” el operativo se aplicó por caso Hellen Aizcorbe. “No tiene que ver una cosa con la otra”, decía agrandado. Ya cuñao.
Ha sido desilusionante el trabajo de Contraloría. Algunos alcaldes mencionados ya empezaron a vociferar por los hallazgos que, aunque misios, algo los debe mover. Pero claro, los funcionarios que estarían involucrados y serán acusados penalmente y civilmente todavía son anónimos, son cifras que terminan incrementando la sensación de impunidad en el sector público. Y, peor todavía, generaliza la sensación de corrupción en las instituciones. Si las responsabilidades ya fueron determinadas debemos saber nombres y apellidos de los tipos que metieron sus uñas en el erario público. Si no han sido los destapes que esperábamos, al menos en su pequeñez que sean contundentes. Identificarlos sería un buen inicio.
Si todos son culpables al final nadie lo es. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Javier



Pensé que estaría molesto conmigo o, por lo menos, distante. Sin embargo no tuvo ningún problema al recibirme, en privado, en su despacho, para ayudarme en una investigación personal. Me saludó con una sonrisa inmensa y sincera, que agradecí casi agachando la cabeza. Me llenó de elogios inmerecidos por mi trabajo y respondió, otra vez, a mis preguntas con franqueza.
Mi temor se debía a nuestro primer encuentro, en televisión, hace más de un año. La primera entrevista con Javier del Río en el programa fue una de las más comentadas de la temporada pasada. Sobraron los cuestionamientos de amigos y extraños a la pregunta final que le hice, recordándole sus días previos al sacerdocio, cuando hasta novia tenía. Él respondió de buena gana y riendo. Al final nos tomamos una foto donde poso con el gesto usado por Ronnie James Dio, que es marca metalera por excelencia, y que he adoptado como señal para despedirme del público. Quedamos allí los dos, congelados para la posteridad vestiditos de negro y yo preocupándome por el parecido entre ambos, incluso con la enorme diferencia de edades.
Pero luego de esa segunda reunión en su despacho me quedó claro que Javier del Río es un tipo sincero, sensible y firme en sus creencias, además de poseer un estupendo sentido del humor. Una persona con quien se puede conversar sin apasionamientos innecesarios e intolerancias retrógradas. Obviamente defiende a cabalidad los fundamentos de la Iglesia. Es lógico. Sería absurdo que busques simpatías para tu marcha pro aborto o tu iniciativa legislativa para el matrimonio gay en un servidor de la Iglesia católica. Pero Javier escucha, polemiza, argumenta. Y, curiosamente, no pontifica. Al menos no en una conversación.
Por eso, ante la renuncia de Benedicto XVI mi primera reacción fue comunicarme con él, para pedirle una nueva entrevista en el programa. Su email respondiendo no llegaba y volvieron mis dudas sobre si estaba enojado conmigo. Finalmente, en la playa, la alerta del celular me sorprendió. Del Río aceptaba y pedía fecha y hora. Reconozco que sentí algo de temor. En serio.
Algunos de mis amigos más queridos son furiosos ateos, agnósticos, herejes y demás. Hablan de religión como si fuese la gran tara de la humanidad y hasta se ponen intolerantes con sus argumentos. Pero respeto eso como también ellos se burlan (quiero creer que con cariño) de mis dudas sobre el tema. Y vaya si he tratado de encontrar respuestas en múltiples lugares. Allí están las bancas de varios cultos para dar fe que he querido escucharlos a todos.
Javier del Río llegó a la nueva cita, segunda en televisión abierta conmigo, con una puntualidad que deberían tener todos. Al entrar al set me miró como si fuésemos amigos desde hace mucho y que por cosas del trabajo no nos vemos. Creo que me quiso abrazar pero quedamos en el apretón de manos y la palmada en el hombro. La entrevista, por supuesto, giró en gran parte en torno a la salida de Benedicto XVI y los cuestionamientos a la Iglesia por las reiteradas acusaciones de pedofilia y ocultamiento de algunos de sus clérigos. “¿Usted ha tenido que lidiar con eso aquí en Arequipa?”, pregunté.
-          “Felizmente nunca”, dijo y volteó a mirarme. Había alivio en sus ojos. Le creí.
Por supuesto siempre habrá observaciones, cuestionamientos, maledicencias y más frente a la Iglesia y sus representantes. Acaba de proclamarse Francisco I y ya se destapa su relación con Videla, por ejemplo. En Arequipa no falta quien apunte el dedo hacia las propiedades que tienen los curas, sus sueldos, el concordato, en fin. Creo que es bueno que se haga, al final de cuentas nadie es impoluto.
Pero me alegra que haya gente como Del Río al frente de su rebaño. Aunque sea lapidado por la prensa por su cercanía con Cipriani y sus declaraciones a veces tan frontales, pienso que es bueno que él esté allí, defendiendo cosas en las que cree sin trastabillar.
Creo que estoy entrenado para dudar de todo, de todos, todo el tiempo. Felizmente hay gente que no. Él no duda. Y su fe me conmueve.

martes, 12 de marzo de 2013

Operativo Misti: el informe final


La Contraloría General de la República presentará este 20 de marzo el informe final de su rimbombante Operativo Misti, que se inició en octubre del año pasado luego de los actos de contrición y comunicados públicos por parte de Fuahd Khuori tras el destape del caso Helen Aizcorbe. Hasta marcha contra la corrupción hubo, con la esperanza que los corruptos, en sus casas, al ver a la gente desfilando dijeran “ah no, nunca más cometeré mis fechorías”.
Fueron 22 organismos entre municipios y demás los que estuvieron siendo revisados por un equipo de 80 auditores que, en teoría, deben haberse sumergido en las entrañas de la más catastrófica administración pública. Estaban, por ejemplo, el Gobierno Regional de Arequipa (que lleva 2 periodos con el mismo presidente), la Universidad Nacional de San Agustín (que tiene a un ex rector condenado por cohecho pasivo), la Municipalidad Provincial de Arequipa (¿hay que agregar algo?), Sedapar (sí, esa misma), la Municipalidad Distrital de Cerro Colorado (la del canon minero millonario), la Municipalidad de Uchumayo (con su alcalde electo vacado y con un pedido de la Fiscalía para meterlo preso por coimero) y otros 16 municipios. Algo debe brotar de ahí ¿no les parece?
Temo que no será así.
Y es que Contraloría, en su reacción ampulosa luego del escándalo de la extorsión de la abogada que tomó el nombre de su institución, debió haber salido a detectar y extirpar de inmediato todo aquello que merece, cuando menos, procesos administrativos, despidos y cárcel. Cosas que, ante la terrible contundencia del delito, serían ya públicas por el estrépito de su hallazgo.
Pero desde que empezó la faena nada se ha sabido y es poco probable que haya un anuncio bomba este 20 de marzo, cuando se presente el informe final, porque, vamos, ¿desde cuándo se pone fecha para evidenciar la podredumbre? Es como si el Contralor pusiera en alerta al corrupto, diciendo: “Miren señores, dentro de 11 días le contaremos al país todas las porquerías que hay en sus municipios. Que tengan un lindo fin de semana”.
No habrá nada de eso, me parece. Lo que seguramente sí habrá serán toneladas de “recomendaciones”, otro tanto de “observaciones”  y una pizca “hemos detectado irregularidades en la compra de esto y aquello”. Todos pondrán carita de circunstancia, recordarán la importancia de luchar contra la corrupción, una fotito del recuerdo y chau, a su oficina, a seguir trabajando por nuestra ciudad.
Solo habría 2 explicaciones para ello. La primera, que Arequipa se dobló con las autoridades que tiene, casi todas prueba viva de la eficacia y honradez. La segunda, que el exhaustivo equipo de contralores es más malo investigando que el inspector Gadget o el súper agente 86.
Y lo más grave será que los alcaldes y funcionarios, incompetentes y corruptos, saldrán fortalecidos, con el discursito de “a mí no me encontraron nada”. Y con eso harán campaña la próxima vez, para seguir trabajando por nuestra ciudad.

* Publicado en El Comercio - Arequipa, el 9 de marzo de 2013.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La inexistencia de Majes Siguas II


Debo haber leído este titular unas 20 veces en los últimos 10 años: “Majes Siguas II es una realidad”. Los redactores más entusiastas le agregan un “ahora sí”. Los ayayeros le ponen “Gracias a las incansables gestiones de nuestra autoridad”. Obviamente esos titulares triunfalistas y estentóreos mensajes a la conciencia sobre el proyecto trunco solo salen en la prensa arequipeña. Al otro lado del valle, en Cusco, los textos sobre el tema son las antípodas de los hechos al pie del Misti.
En marzo del año pasado, los presidentes regionales de Arequipa y Cusco se reunieron para firmar uno de los tantos documentos que hay en ese archivo quimérico que debe ser el expediente Majes Siguas II. Aquí la portada era obvia. Correo puso: “Acurio cedió”, mostrando a Guillén como el gran triunfador, caudillo del desarrollo agrícola. En el ombligo del mundo la portada de El Diario del Cusco fue: “Cusco se hizo respetar”. O sea, lero lero, les ganamos.
¿La verdad es una sola? ¿Cómo puede ser tan opuesta una noticia? Y no, no es por la “interpretación de los hechos”. No señor. Si Melgar le gana a Cienciano… ¿en los diarios de Cusco dirán lo contrario? Podrían poner que fue injusto, arreglado y que el árbitro es un maldito. Pero hay un hecho concreto: un ganador y un perdedor. Pero no dos versiones tan antagónicas.
En Arequipa, esos titulares tan repetidos no han hecho otra cosa que celebrar cada pasito de la burocracia. Cualquier anuncio es bueno para poner de nuevo en los medios el tema. Se editorializa, se hacen infografías, se entrevista y se concluye con contundencia que “es un proyecto importante para todo el país”. Asu, menudo descubrimiento. Y esos “anuncios” suelen ser algo así: “Sabemos de primera fuente que mañana se va a reunir un comité especial con el viceministro para coordinar una reunión con el ministro donde se decidirá si se viaja o no a Espinar para una nueva reunión con los dirigentes y evaluar la posibilidad de una agenda común que deberá revisarse en una reunión la cual todavía no se sabe si se hará en Arequipa o Cusco, pero en la cual deberá estar presente el ministro. Además las Unops* va empezar a…”. Y así.
Este mismo diario, en su edición del sábado pasado, ha descubierto cómo se pueden hacer anuncios grandilocuentes cuando no existe nada, pero NADA, concreto. Los entusiastas titulan “Unops está lista para trabajo de campo de estudio hídrico para proyecto Majes II ”. ¿O sea ya sale ahorititita Majes? No. Como ha revelado El Comercio, la verdad es más escalofriante. Unops no está lista para ese trabalenguas. Unops va a acatar lo que digan en Espinar. ¿Y qué ha dicho Espinar? Que van a impedir todo porque quieren que el trabajo dure 2 años, y no diez meses como está planteado.
Es más fácil pasar al gerente de Autodema, Ronald Fernández, por el ojo de una aguja que encontrar lo certero en el proyecto, cuando los anuncios han sido tan hiperbólicos como anodinos, y, a la fecha, esas 38 mil 500 hectáreas siguen ahí, improductivas como un gigantesco homenaje a la burocracia, la falta de diálogo, los vendedores de humo y la incapacidad de conseguir consensos sin ambigüedades. Y ahí estará por años, para recordarnos cómo somos.
* Publicado el 9 de febrero de 2013 en El Comercio.

martes, 22 de enero de 2013

¡Peyo dignidad!




Sr. Omar Candia Aguilar
Alcalde de Alto Selva Alegre

Al parecer hemos alcanzado el punto más bajo en ese flagelo que es para el país la existencia del racismo. Durante siglos, cholos, blancos, sacalaguas, chinos, negros y demás nos hemos enfrentado en una guerra dialéctica en la cual los insultos han ido incrementando su calibre. Es hora de ponerle freno.
No ayudan a curar al país esas insinuaciones veladas a través  de los muros del distrito en donde solo el sueño caucásico es bienvenido. Todos somos hermosos, cualquiera sea el color de nuestra piel. Por eso, es realmente indignante que se pretenda alterar, solo Dios sabe con qué intención, la imagen de uno de los personajes más entrañables de la infancia mundial.
Sí, estoy hablando de pitufo Filósofo, guardián incomprendido de las ciencias sociales en una aldea hecha con hongos. La contribución del suspirito azul con lentes al pensamiento de su comunidad va más allá del simple acto de pitufar. Él siempre quiso ver más lejos, al punto de caer espeso en múltiples oportunidades, siendo arrojado a largas distancias, en breves exilios que seguramente soportó con donaire. Como los grandes pensadores, sus ideas revolucionarias siempre causaron malestar entre sus contemporáneos. Su trabajo no es caerle bien a todo el mundo, es precisamente tratar de ser la espina en costado, la mosca en el café, la chela tibia.
Quien sea el autor de ese atentado contra la dignidad de la piel azul, a estas alturas, ya es irrelevante. Mejor mantengámoslo en el anonimato, para evitar represalias de quienes siempre ven en estos conflictos raciales la mejor oportunidad para convertir sus resentimientos en violencia. No es lo que queremos. Pero urge tomar acciones para evitar que el visitante desavisado se haga una idea errada del distrito.
Alto Selva Alegre  es uno de los pocos pulmones de la ciudad, y el parque que lleva su nombre es un crisol de peruanidad cada fin de semana, en donde las familias se reúnen en torno a un lago, fritangas y animales traídos de otros lados para compartir la alegría de estar juntos. Colocar a un pitufo blanco, casi albino, en la pared del ingreso al distrito es perturbador, ya no solo para los que fuimos seguidores de las aventuras de esos pequeños perseguidos por Gargamel y Azrael,  sino para todo aquel que considera que esos temas raciales deben quedar en el pasado.
Si no le gusta el color azul, ni modo alcalde, deberá lidiar con sus demonios internos. No queremos creer que hay discriminación contra el que es diferente, mucho menos contra una población minoritaria constantemente amenazada por un viejo, acaso fascista, y su gato hambriento. No hay derecho a alterar la naturaleza humana en aras de un delirio absurdo. ¿Qué es esto, el Cuarto Reich?
Ojalá esta afrenta sea reparada en el corto plazo y pitufo Filósofo pueda lucir orgulloso el azul insignia, propio de su congéneres.
Todos somos hermanos.

sábado, 12 de enero de 2013

Bono con abono en el Congreso



Siempre llaman o mandan a llamar, ni bien pisan suelo arequipeño. “Hola Jorge, mira, el congresista va a estar en la ciudad por la semana de representación y va a tener reuniones importantes… ¿crees que se pueda dar una vuelta por tu programa?”. Otras veces avisan que han enviado una nota de prensa, primorosamente redactada por su personal, donde dan cuenta de su última gestión para ver si por ahí un viceministro le da bola a los dolidos marchantes que llegaron a su despacho con un reclamo que no está en sus manos resolver. Va con fotito la cosa, siempre.
Pero en estos días todo ha cambiado. Nadie llama ni manda a llamar. Ni siquiera contestan el teléfono. Calladitos, chitón boca. Ese silencio ominoso, tan propio del que sabe que ha hecho una perrada. Y al tratar de arreglarla ha quedado peor.
 “El Congreso peruano es uno de los más baratos del mundo”, alcanzó a decir Juan Carlos Eguren, como si fuera un demérito. Pobrecitos. Como si la democracia fuese mejor si los parlamentarios van por ahí bien forrados y en 4x4. Después dice que el Estado debe ser competitivo. Ah manya, ¿contra quién compite el Estado? ¿Y en dónde entraba la competitividad a la hora de la campaña? ¿Se medía en quién regalaba más polos, llaveros y calendarios? Parece creer que la meritocracia es al revés. Y nos obliga a los ciudadanos a tratar a nuestros parlamentarios, nuestros representantes, como enemigos jurados. O tú o yo.
Quizás que les embarren a huevazos la fachada de sus oficinas congresales les movió el piso. A lo mejor  tanto escándalo sirvió para desenmascarar su angurria, sobretodo de quienes defendieron el aumento incluso después de suprimido. Algunos, como Tubino, hasta se mostraba indignado porque ya no iba a poder “trabajar” por su región. A ver, si el trabajo va por  “hacer votos” y los conocidos saluditos por el aniversario del distrito, guárdeselos, congresista. A todo esto: ¿qué masomenitos es, por amor a Dios, esa acción sublime y poderosa de “instar”, que los parlamentarios no dudan en informar al planeta que “instaron” a esto y aquello? ¿Es un superpoder que viene con el cargo, junto con el carro, los pasajes en avión y los 15 mil soles?
Este roche también ha servido para hacer contabilidad. Para descubrir que tienen asignaciones que están usando con una ligereza inaudita y es hora de ponerles su estatequieto. Debemos pedirles números todos los meses. Hay que convertirse en sus trolls, sus ladillas democráticas que reclaman con justicia una transparente rendición de cuentas. Que sus páginas web se llenen de recibos escaneados de todos los gastos que hacen con la plata que les damos. Que les cueste gastar. Que los obligue a pensarlo mil veces antes de querer justificar todo con recibos de pollo a la brasa.
Y hay una herramienta más, la que deberá ser utilizada por todos en los próximos comicios: la memoria. No te quepa la menor duda que alguno de ellos (o todos) volverán a pedir tu voto para algo, en cualquier momento. Para el Congreso, alcaldía, presidencia regional, directiva de urbanización o presidente del club que frecuentas. Allí recuerda la indignación que te provocó verlos insistir en que era necesario que ganen 30 mil soles. Ese día llegará y entonces míralos a los ojos, dejándoles clarito con un gesto que no será por ti que volverán a llevársela fácil. 

*Publicado en El Comercio