miércoles, 25 de enero de 2012

Tarea para la casa (*)

Veo a los base cuatro y mayores poniendo cara de circunstancia. Fruncen el ceño, miran a lo lejos y pontifican sobre lo mal que va la juventud de estos días. Marcan distancia en televisión, radios y periódicos. Y si no hay cámaras y micros se escandalizan en conversaciones a la sombra de los árboles de la Plaza de Armas. La juventud está perdida, dicen.

Apoyan su afirmación en el video que muestra a muchachos y muchachas confundiendo a Elena Iparraguirre con una cantante de vals y a Abimael Guzmán con un director de cine. Se vuelven a justificar cuando los tres seguidores imberbes de Alfredo Crespo dicen que el terrorismo fue una guerra interna y que los presos de Sendero Luminoso son “prisioneros políticos”.
Podría parecer que la cosa está perdida irremediablemente. Que las generaciones posnoventas conocen al detalle por qué terminaron Vanessa Terkes y Roberto Martínez, pero no tienen idea de dónde queda Lucanamarca. Saben de memoria la saga de Crepúsculo, pero no han leído al menos las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Sí, realmente parece que los “jóvenes” de ahora solo sirven para escuchar reggaetón y frotar sus entrepiernas barajándola con el argumento de “el baile del choque”.

Pero no es así. Al menos no del todo.

Resulta que los que apuntan con los dedos arrugados y miran con desprecio desde sus ojos rodeados de patas de gallo olvidan clamorosamente el detalle de haber sido ellos los ancestros de ese olvido, de esa negación al pasado inmediato que apenas supera los 25 años. Por desidia, desinterés, o escalofriante consecuencia, lo que ellos debían estar enseñando, recordando y condenando ha reaparecido como propaganda de esta intentona criminal disfrazada de movimiento político llamada Movadef.

Pregúntate, lector que ya te afeitabas cuando voló Tarata: ¿Cuándo y en qué términos le hablaste a tu hijo (a) del camarada Gonzalo? ¿Saben tus niños que compran su ropa en Ripley que fueron 69 mil muertos por culpa del terrorismo? ¿Tú mismo has tenido el coraje de leer el informe completo de la CVR?

Reclaman ahora que en los colegios se enseñe de inmediato lo que durante estos años debió ser tarea para la casa. Y quienes debían enseñarlo, para no olvidarlo nunca, están ahí ocupados diciendo “cómo pueden no saber quiénes son”. Ahora que los colegios existen hasta en garajes de casas y el objetivo mayor de la enseñanza escolar es conseguir que tus hijos aprueben el examen de ingreso a la universidad, deberías cuestionarte qué hay y qué falta en los libros que leen. Piensa que tal vez no fue tan buena idea dejar que su formación histórica siga los estándares de “El Último Pasajero”.

Porque los niñatos fans del Movadef sí reconocen en una foto a Guzmán, Iparraguire, Morote, Feliciano y hasta a Cerpa. Pero no aborrecen lo que hicieron sino que hasta lo aplauden. No será suficiente entonces que le dejes esa chamba al colegio de tu hijo, potencial integrante de lo que queda de Sendero o algo peor. Al final, la nueva generación es solo la versión mejorada o empeorada de la anterior.

¿Vas a empezar a enseñarle qué fue Sendero, el MRTA y los 69 mil muertos o quieres que lo aprendan como lo aprendiste tú?

(*) Publicado en el Diario El Pueblo el miércoles 25 de enero de 2012