martes, 30 de diciembre de 2008

Empezar todo de nuevo

El primero de enero (del dos mil),
aunque siga muriéndome por ti,
me iré con la primera que me quiera.
(Joaquín Sabina)







Entramos al décimo año del nuevo milenio con las pretensiones reconstituyentes de toda la vida. Que el cambio de calendario traiga mejoras y destierre lo negativo del año que pasó. Anhelos que transcurren entre amuletos, acertijos, tradiciones y verbenas fulminantes que aspiran a marcar inicios que generalmente son meras continuaciones o limbos sin pertenencia a un tiempo determinado. Sólo son recuerdos de años nuevos viejos.

Hay un deseo de renacer cada año. De ser una persona mejor ante la inminencia del avance del tiempo. Crecer, ser más sabios, más ricos. Ser otros. El 31 de diciembre se convierte en un paradigma de la meta de una carrera que corrimos sin darnos cuenta y que sólo al acercarse su final se empieza a aumentar las revoluciones, con el pedido de que, al llegar, la correría empiece de nuevo. Desde cero.
Pero en su naturaleza de tiempo bisagra, esas contundentes 12 de la noche del día en cuestión, permutan en un espacio que abarca mucho más que su materialismo horario. Puede durar horas de horas entre abrazos, llamadas telefónicas, llantos, descorchamientos de botellas y uno que otro cohetón capaz de llevarse la alegría (y uno que otro dedo del pirotécnico distraído) con su sonoro estallido.
Los días de antesala al momento también poseen fortaleza en sí mismos. La Navidad, tiene en su naturaleza cristiana, el poder de reunir a familias distanciadas y convocar abrazos donde antes sólo hubo cachetadas. Tuki tuki tukituki.
Pero es el 28 de diciembre el día que despierta intrigas. Una fecha que nace como recuerdo bíblico de una masacre inmisericorde y cuyas víctimas fueron bebés de cuna. Le dicen “Día de los Inocentes” y se conmemora con la palomillada de rigor. Los humanos siempre podemos reírnos de todo y de todos. A la broma se prestan hasta los periódicos, que ponen notas falsas con el deseo de “entretener” al lector despistado. La risa, sometida a la imaginación de un editor con mucho tiempo libre.
Cumplidos los rigores religiosos de las fechas pascuales, el 31 de diciembre se presenta pagano y liberador. La familia se cambia por los amigos y la solemnidad se trasforma en francachela, (o en chela Franca, sin ánimos de parcializarse por el sabor de una cerveza u otra). Pero ese instante también posee sus preparativos. Nada se improvisa a la hora de cambiar de tiempo.
El lugar escogido por el peruano promedio es normalmente la playa. Algo hay a las orillas del Pacífico que invita a la gente a hacer sus reuniones de fin de año mirando el mar. Las botellas se destapan con velocidad en el escenario costeño y sabe Dios cuántos chapuzones de 12 de la noche se inician con el nuevo año. Bienaventurado el Perú de litoral que tiene verano de sol en sus días de fiesta.
Pero no sólo las manadas tienen derecho a la festividad. Los solitarios despiadados se lanzan en pos de sus propias cavilaciones y propósitos a seguir. Conseguir amigos para pasar el siguiente año suele ser una de las intenciones más votadas a la hora de la soledad.
La resaca se instala el primero de enero y la mera contemplación duele. Faltan desde entonces 364 días para volver a vivir y mientras tanto solo queda la carrera lenta que culminará el próximo fin de año, con el pensamiento perenne de volver a empezar todo de nuevo, una y otra vez, hasta que en una de esas el tiempo, finalmente, se detenga.

viernes, 26 de diciembre de 2008

La Canción Secreta

Esta es una canción secreta, hecha por esa Caperucita/Lobo Feroz que es Christina Rosenvinge. El tema llega vía mail y es toda una jarana. La idea es que se la pasen a sus queridos, como yo a ustedes. Les pongo la carta original de la Rosenvinge. Lloren si quieren. Descárguenla aquí.

Mis queridos amigos
Os mando esta canción que no está en el cd, que nunca he tocado para nadie, que no creo que oigáis en la radio (es un antisingle), en fin, esta canción secreta con la que llevo meses peleando, que se niega a existir, me hace el vacío y lo que es más, que me detesta por haberla escrito y ha llegado a amenazarme.
Como yo le tengo mucho cariño a pesar de nuestras diferencias y me apena esta situación he decidido darle una vida secreta y os la regalo para que a su vez se la regaléis a vuestros amigos, y vuestros amigos a su vez hagan lo mismo y así llegue hasta cualquiera que la pueda apreciar. Por favor, ayudadme a alargar su pequeña vida azarosa en el secreto de vuestras casas (aunque ella no esté de acuerdo y no quiera saber nada del asunto)No os cortéis y pasarla de mano en mano junto a esta carta. Quién sabe a dónde llegará!Un beso muy, muy grande (y nada secreto en cambio) para todos, y mis mejores deseos para el año 2009
Mua
Christina R.

jueves, 18 de diciembre de 2008

La otra Galaxia.

En Miraflores (de Arequipa, no la capital), existe un poblado llamado Galaxia, donde la gente vive con lo justo y no les alcanza. Allí, la falta de agua los está devorando y en ese escenario esperan la Navidad. En la brega, dos casos trágicos: Lourdes, a quien la Beneficencia le quitó a sus 4 hijos porque ella no puede mantenerlos, y Magaly, que se queda viviendo allí sin poder salir a trabajar para poder estar con sus guaguas, y que nadie pueda quitárselas.



Pd: Lourdes me recordó a Apolonia Benique, a quien entrevisté hace algún tiempo. Hasta donde sé, nada ha cambiado.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La Piedad de Puno

Cierto es que Puno no es de mis ciudades favoritas. Es más, creo que Juliaca es un lugar que me he soñado o, peor aún, inventado. Pero sí hay cosas al borde del lago que perturban de buena manera.
Vero (the woman formerly known as Jessica) se fue a Lampa junto a los muchachos de la productora Santiago, en busca de las réplicas de La Piedad, esa obra monumental de Miguel Ángel, y con ese material hicieron el documental de sus vidas. Casi casi listo, este es el avance de sus pesquisas. Hay que verlo.