martes, 23 de junio de 2009

Jean Pierre de noche

Previo a su presentación en la publicitada "Fiesta de la Música", Jean Pierre Magnet se dio una escapada hasta un conocido bar del centro de la ciudad. Allí lo esperaban sus inseparables amigos de la banda local "4 for jazz" y 20 embelesados parroquianos que no se terminaban de creer lo que evidentemente iba a ocurrir. La intimidad que merece el jazz.

Jean Pierre Magnet es un sujeto humilde. Conocedor de su fama, no se da aires de nada. Llega tranquilo al pequeño Zorba´s, de la calle San Francisco, cargando dos maletas. Una portaba su saxofón. La segunda seguirá siendo un misterio.
En el escenario lo esperaba el grupo "4 for jazz", agrupación local dedicada a lo obvio. Buenos músicos que trataban de calentar la gélida noche de jueves. Abajo, no más de veinte personas trataban de apartar el frío ingiriendo dosis controladas de alcohol y fumando. Habría 8 grados.
Jean Pierre subió al escenario y agradeció. "Qué gusto estar en esta cálida ciudad" dijo tiritando. Luego cogió el saxo y empezó la fiesta. La concurrencia estaba hipnotizada por la gracia natural de este viejo músico de ascendencia francesa. Su talento musical combinaba con sus bromas sobre la edad de sus acompañantes y claro, la suya propia.
"Ahora vamos a tocar un tema muy lindo. Se llama No te vayas… mamá", dijo el músico y los primeros acordes se confundían con las risas. Todos en el Zorba’s movían los pies y la cabeza al compás de Magnet.
El jazz merece esos espacios, donde la música se mezcla con algunas copas y los amigos. Jean Pierre lo sabe y por eso no deja de bromear. Se divierte dirigiendo al resto de sus compañeros, como si fuera un estrafalario director de orquesta. Teclados, bajo, batería y trompeta, bajo las órdenes de un inspirado saxofonista, el más renombrado del país.
"Ahora vamos a tocar un tema de la orquesta de Glenn Miller, que era arequipeño" volvió a bromear el espigado músico y la gente respondía asegurando parentescos imposibles con Miller. Hasta lo ubicaron geográficamente en una casita de Tingo.
La fiesta culminó con temas de Perez Prado, mientras un concurrente acompañaba la melodía a gritos. Todos estaban felices. Luego, Jean Pierre se despidió, se fue a la barra a beber algo que detenga al frío y conversó con quien se le acercase. Era como si nada hubiese pasado.

1 comentario:

Claudia M. Mostajo Díaz dijo...

No me quedan dudas de que la humildad, termina haciendo mucho más grandes a los GRANDES!!! salud por Jean Pierre....

Pd: Tu pluma, clara. Humilde. A la medida de este grande!