martes, 4 de octubre de 2011

Bien Jugado


Y este es el texto que hice para la presentación del libro de Jorge Eslava en la Feria Internacional del Libro de Arequipa.

Qué difícil hablar de fútbol estos días, y justo hoy que se cumplen siete días de una tragedia enmarcada en el espectáculo que nos convoca ahora. Una pelota manchada de sangre no puede ser el corolario de la pasión.

Y es de pasiones que habla Bien Jugado, el libro que reúne algunas de las mejores crónicas escritas sobre este hermoso deporte lesionado de violencia. Jorge Eslava, hincha del fútbol desde el solitario puesto de guardameta, ha sabido combinar ambas pasiones, la de pelotero y la de escriba, para poner en la cancha estas historias de amor y odio, goles y tiros errados, abrazos y patadas en torno a los 90 minutos que paralizan el corazón de un verdadero aficionado.

Y en tiempos como estos vaya que es importante recorrer estas páginas. Y digo que es importante porque nos invita a recordar lo que realmente vale antes, durante y después del pitazo del árbitro. Recordar con pasión que antes del Cholo Payet, el loco David y el Negro Ampilio están el Cholo Sotil, el loco Quiroga y el negro Patrulla Barbadillo. El fútbol en su verdadera expresión, la de la belleza.

Pero en esa belleza también hay historias de pena que contar. Los encontronazos que se dieron estas estrellas cuando les tocó caer dentro y fuera de la cancha, cuando la pelota ya no rodaba más en sus vidas y entonces se enfrentan a la vida ya sin los chimpunes que antes fueron las herramientas de sus victorias.

Y otra vez la pasión regresa, expresada en la debilidad del hincha por los colores de su equipo. La celeste, la crema, la rojinegra, la blanquiazul, en fin, esos amores extremos que llevan a abandonar reuniones de trabajo, citas con la pareja, en fin, todo en pos de sentir cómo late el corazón al compás de cada pase, cada gambeta, cada gol. Amores revisados poetas como César Miró o Toño Cisneros, confirmando con sus deliciosos textos que el fútbol también es poesía. Por eso César Cueto, ese jugador genial que tuvimos el honor de tener defendiendo los colores de la patria, es el poeta de la zurda, no el narrador ni el prosista. Poeta. Punto.

Y revisando estos autores seleccionados por Eslava es inevitable imaginar las propias vivencias de estos hombres de letras con el fútbol. Pienso en Constantino Carvalho dominado la pelota, en Alfredo Bryce Echenique pateando el balón o el propio Mario Vargas Llosa, que nos ha contado tantas veces cómo llegó a vestir la camiseta crema de la U cuando todavía no existía un Nobel en sus aspiraciones de chibolo pichangero.

Y entonces uno va encontrando, como si las necesitásemos, justificaciones para esta pasión. Es común en las reuniones con amigos “intelectuales” escuchar como hablan con desprecio del fútbol, como costumbre de salvajes y actividad indigna de quien pretende hacerse de un lugar en el parnaso de la academia. Allí están las firmas que Eslava ha reunido sobre el tema para dejar en claro que no jodan con esas sentencias de quien no sabe lo que ponerse un chimpún. Ni hablar de la explosión interna que retumba en el grito de gol, ya sea ajeno o propio.

De mis favoritos, el texto de Jaime Bedoya sobre el cholo Sotil me parece formidable. La parábola de este jugador del Porvenir que desde el suelo llegó hasta el firmamento del Barcelona español, para luego obedecer a la ley de Newton y volver a vérselas con las ausencias del arenal. Pareciera que el fútbol peruano está signado por la historia particular de este jugador superlativo.

Eslava, como el Checho, participa en este libro como entrenador / jugador. Cuando le tocó ser Markarian hizo una selección brillante de los textos, debiendo dejar algunos fuera de la convocatoria, quizás pensando en una próxima eliminatoria, un nuevo libro. Y cuando salta a la cancha como jugador, se nota la pericia del arquero, el que tiene el mejor panorama, el que no puede equivocarse jamás. Y en ese puesto Eslava reniega de Chiquito Flores y su grosera coquetería. Reclama por la presencia eterna de Oscar Ibáñez en el club que tanto nos ha hecho sufrir. Sí tocayo. Yo también soy hincha de la U.

Hoy, que el fútbol saltó de la página de deportes a la de policiales, los hinchas que amamos este deporte con pasión inentendible le debemos hacer una pausa al juego. Volver a la banca y mirar la cancha, evocar a los héroes y villanos que han corrido kilómetros en el verde y a los que gritan desde las tribunas, incluso las imaginarias que siempre estaban en los partiditos frente a la casa, con dos piedras como portería. Nos merecemos revisar Bien Jugado no para entender ese calor que brota en el pecho cuando rueda la pelota sino para encontrarnos en las pasiones de los demás, de estos jugadores, de estos escritores, de estos hinchas. Una vez reflejados quizás no trataremos nuestra ilusión a patadas sino que nos abrazaremos como lo hacíamos con los goles de Cubillas, Perico León o Paolo Guerrero.

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