jueves, 17 de septiembre de 2009

Deseos de humo

Su figura habita en los hogares que le tienen fe. Su representación física es regordeta, con un chullo, cargado de bolsas con ofrendas, algunas fotocopias de billetes extranjeros, carros y cuanta cosa uno quiera pedirle poseer. Su rostro posee una permanente sonrisa de boca abierta que solo se altera cuando se le pone un cigarro para hacerlo fumar. El Ekeko es como un "santito" andino, que cumple deseos a los que creen. Y no son pocos.

Debe fumar a los 4 vientos" dice Mario Talavera mientras le coloca un cigarro al Ekeko. Este lo recibe inmutable mientras el cosmobiólogo continúa hablando sobre el linaje de esta criatura andina. El Ekeko fuma pero no tose. No le afecta.

El Ekeko mira desde sus ojos de arcilla y espera recibir los deseos de quienes lo convocan. Su indumentaria de juguete es la clásica. Lleva una fotocopia de un billete de 100 dólares colgado en el pecho y pequeñas bolsas con maíz y arroz inflado. Un carrito de juguete se deja ver entre tanta cosa y el Ekeko sigue erguido en sus 20 centímetros de magia ancestral.

En el mercado San Camilo, los ekekos se lucen colgados esperando despertar la fe de un comprador. Sus precios varían según el tamaño. Los hay desde 3 soles hasta 25. "Si es más grande, es mejor, más poderoso es", dice Ida, que los vende en su pequeño puesto junto a hierbas misteriosas y otros artilugios de lo desconocido. Agrega que los días para prenderle un cigarro y darle algo de licor son los martes y viernes. "Porque son días de brujas", susurra como revelando un secreto.

Ida ofrece sus ekekos lo mejor que puede. Habla de la fe que le pone la gente a esa extraña magia proveniente de una pequeña escultura de arcilla y pintura. "P’al negocio piden" dice Ida mientras envuelve en una bolsa de plástico al Ekeko que se llevará su interlocutor.

- ¿Tú tienes uno en tu casa, Ida?
- No.


Talavera coge al Ekeko con cuidado. El segundo cigarro se consume veloz en la boca falsa del muñeco y las cenizas caen sobre su mano. La ceremonia prosigue invocando a los apus que, en teoría, dieron origen a la tradición de tener en casa a un pequeño "santito andino" que demanda cigarros Inca sin filtro y algo de alcohol antes de cumplir los deseos que carga en las miniaturas de su espalda. A los 20 minutos, el tercer pucho se consume indetenible.

Su origen puede rastrearse hasta el altiplano. Hace un par de siglos, la costumbre se impuso con el folcklore. Los que defienden su magia afirman que los tiawanaco y el dios Tunupa son los iniciadores del rito. "Falso", dice el cosmobiólogo. "El Ekeko es algo más moderno, es algo más folklórico, que tiene raíces en la zona de Tiawanaco, pero no significa que esa cultura haya tenido ekekos". Desde la mesa, el Ekeko fumador no lo desmiente.

Desde Bolivia, el mandatario Evo Morales quiso reclamar, para él y los suyos, el origen de este Ekeko cumplidor de deseos. El reclamo nació días después del debate que puso en riesgo las relaciones diplomáticas: ¿la diablada es peruana o boliviana? Perú lanzó la primera piedra al poner a la candidata local al cetro de Miss Universo, Karen Schwarz, a desfilar en el certamen con el traje típico de la danza de los demonios. "Ah, no" dijo alguien en el ministerio de Cultura del país altiplánico y comenzó el contraataque. Echaron mano de su erario nacional y produjeron un spot de televisión, aclarando que Oruro es donde nació el baile conflictivo. Luego, en defensa de su orgullo, pagaron más para difundir el comercial en CNN. Nunca hubo un dinero tan bien utilizado.

Antes que Perú volviera a reclamar algo como propio, generando roces internacionales de alcances inimaginables, el gobierno de Morales decidió inventariar su valioso patrimonio previniendo cualquier impase. El Ekeko sería el símbolo de la cruzada por sus derechos patrimoniales.

En Arequipa, el Ekeko comprado en el mercado San Camilo sigue fumando sin preocuparle su doble nacionalidad. Los deseos del día ya le fueron pedidos y pagados con su cuota cancerígena de rigor. Talavera asegura que si se puede hablar de un origen único de este personaje este sería tawantinsuyano. Sobre el alcance de los poderes del Ekeko no hay nada concreto. Mientras una voluta de humo se eleva sobre su cabecita adornada con un chullo, alguien que acaba de cobrar le guiña un ojo como agradeciendo la rapidez de su embrujo. Casi siempre los deseos son materiales.

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