jueves, 5 de febrero de 2009

Torero

Se estrenó “Torero”, segundo largometraje del director arequipeño Roger Acosta. La cinta, ambientada en la festividad taurina de Viraco, es un esfuerzo de generar producción local pese a las carencias. Pero de buenas intenciones está poblado el infierno.

Un hombre regresa a su pueblo luego de casi 20 años de ausencia. Retorna acompañado de su hijo que se supone es un torero que va a batirse en duelo con un cornúpeto como manda la tradición en Viraco. Allí, en medio del polvoso lugar, conocerá a la muchacha receptora de los afectos del joven matador y, junto a ella, se revelará su destino.
El argumento de “Torero” no tiene mayores pretensiones, o al menos eso esperamos, ya que desde la primera escena es evidente que las actuaciones son incorrectas, por decirlo técnicamente. Algunos diálogos suenan tan falsos como la luna gigantesca que coloca el director en una de las escenas, suponemos con fines “decorativos”, o la cabeza del toro “Víctor” que parecía hecha de papel maché.
Los personajes secundarios merecen una mención aparte. Sobreactuadas en dimensiones no vistas desde el primer proyecto de Acosta, “Mónica, más allá de la muerte”, las performances son equivalentes a los pobres parlamentos que los actores deben decir, casi recitando de memoria. La nota “cómica” la pone el actor que interpreta al beodo dueño del toro protagonista, a quien jamás se le ve en estado de sobriedad. Incluso se levanta por la mañana, luego de evidentes horas de sueño, con la misma borrachera con que se acostó.
En el clímax de la cinta, cuando el joven héroe debe medir su pericia de matador frente al toro de lidia, el montaje se hace más que evidente, llegando al extremo cuando se quiere hacernos creer que el actor se encuentra cara a cara con el inmenso animal en la feria de Viraco, siendo innegable el recurso de post producción que bien hecho quizás hubiera dado resultado, pero que en esta ocasión causa sonrisa.
Las locaciones son muy mal aprovechadas, privilegiando la historia y los personajes que no son ni por asomo lo mejor de la hora y media que dura la película. Quizás mejores paneos y secuencias del paisaje, los volcanes y la vida en el campo, hubiesen ayudado a pasar lo que venía con el producto final.
“Torero” es una muestra del deseo que existe por hacer cine en el interior del país, pero con propuestas así, será muy poco lo que se logre de cara a mejorar la producción provinciana frente a lo que viene de Lima, muchas veces mamotretos sin ningún mérito mayor al de haber sido hechos en el país.

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