lunes, 12 de septiembre de 2011

La ruta de Ciro


La inverosímil idea que salió de la cabecita del alcalde de Caylloma ha impactado al país. Promover un paquete turístico basado en la desaparición de Ciro Castillo Rojo podría ser el comienzo de nuevas iniciativas en pos de aumentar las visitas a la región. Bussiness son bussiness.



En el aeropuerto de Medellín siempre hay alguien dispuesto a ofrecer un tour poco peculiar pero muy solicitado. “¿Usted quiere conocer la casita de Escobar?” le dicen a uno con esa parsimonia propia de los paisas. La casita en cuestión es la hacienda Nápoles, residencia bastante venida a menos de quien fuera el narco más poderoso del mundo. Pablo Escobar la tenía decorada con oro hasta en el water. Hoy deambulan los chivos por ahí. Nada del glamour que uno espera pero igual se llena de foráneos que pagan a los campesinos que la habitan para que les relaten cómo Don Pablo una vez puso en el dintel de la puerta la avioneta con la que hizo su primer envío de cocaína al extranjero.
Es un parque temático ahora, lleno de recuerdos salvajes y atrae a turistas con algo de morbo, que llegan hasta allí con sospechosas intenciones.
A miles de kilómetros al sur, en Arequipa, un misterio continúa sin resolverse. El valle del Colca probablemente alberga el cadáver de un muchacho que hace más de 5 meses se internó en el lugar junto a su desequilibrada pareja. A Rosario la encontraron 9 días después de extraviarse. A Ciro no lo vieron más. Lo han buscado amigos, familiares, policías y topos pero del joven universitario no hay rastros. Solo queda el testimonio de la última persona que lo vio, quien tiene la pésima costumbre de sonreír en los momentos más inoportunos. Como cuando le preguntan si mató a Ciro, por ejemplo.
La historia reúne los ingredientes idóneos para cocinar las más alucinantes hipótesis, que se mueven básicamente en el espectro criminal: ella lo empujó, lo mataron en una comisaría, se fugó, etc. Un sancochado con olor a sangre que sigue aumentando en volumen a medida que los días pasan y la prensa no tiene qué poner en portada. Hasta videntes le han metido al asunto.
Pero el nuevo aderezo de este puchero ha sido la aparición del alcalde de Caylloma, Elmer Cáceres Llica, político con barba de candado y perfilada nariz. Ausente de este trance durante toda la búsqueda, el alcalde Cáceres irrumpe en escena para sorprender al país con una propuesta revolucionaria. Aprovechando la convocatoria que tiene en todos los medios la tragedia de una familia que ha perdido a un ser querido, se va a crear “La ruta de Ciro”. No se han dado mayores alcances de esta iniciativa turística, pero se puede especular con que la zona podría convertirse en un parque temático, al estilo de la Hacienda Nápoles. Ensayemos cómo sería.
El turista aventurero sería privado de brújula, alimentos, mapas y demás implementos de alta montaña. Solo lo acompañará una mujer (autorizada por el municipio) que haga su viaje más entretenido. Este grupo de guías será solo femenino y llevaría el nombre de “Las Rosarios” o “Charitos”, especialistas en tomar fotos en modo automático.
Luego de varios días de deambular desorientados, la Charito de turno se separará del visitante para incrementar la experiencia de turismo vivencial. El paquete incluye la entrega de un souvenir que aún no se ha determinado. Se negocia entre unas hormiguitas y/o la copia del DNI de Ciro.
Los alcaldes distritales podrían empezar a imitar la iniciativa de Cáceres Llica. Que las tragedias sirvan para promocionar la ciudad. A fin de cuentas es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sabiendo que sus recargadas agendas no les permiten tener ideas innovadoras, desde aquí colaboramos con algunas sugerencias, inspiradas en la visión del alcalde cayllomino.
1. La Ruta de la electricidad. El Puente Grau fue testigo de la muerte de una treintena de personas cuando el 14 de agosto de 1996 un cable de alta tensión cayó sobre ellos, electrocutándolos. La comuna provincial podría promover visitas guiadas y conseguir el auspicio de Seal. Al final de la experiencia se les entregará un souvenir. Se sugiere una bombarda. Un cable pelado sería más barato, pero de muy mal gusto.
2. La Ruta de la familia. Se convoca a una visita guiada al hogar de los Marín Valdivia, tíos de la joven empresaria Sharon Páliza, que fue asesinada por ellos en uno de los dormitorios de la casa. Uno podrá meterse dentro del slepping bag que usó Javier Marín para tratar de sacar el cadáver de su sobrina sin despertar sospechas. El paquete completo incluye visita a la Tienda Antojitos, propiedad de la finada. El souvenir en este caso podría ser una botella de Inca Kola, bebida donde el homicida puso el somnífero que desmayó a Páliza.
3. La Ruta del Rector. Tour grupal a la vieja casona de la calle Melgar 408, donde perdió la vida Leoncio Molina, ex vicerector de la Universidad Alas Peruanas, luego de caer de una altura de 6 metros mientras hablaba por su celular. El visitante podrá tomar fotos del tragaluz fingiendo que pone el pie en falso. El paquete plus incluye souvenir que sería un teléfono móvil con el mismo ringtone que usaba el finado.
4. La Ruta del Faucett. Aprovechando la coyuntura a raíz del accidente aéreo en Chile, podrían coordinarse viajes en combi hacia la zona donde cayó el avión de Faucett el 29 de febrero de 1996. La visita sería siempre en grupos y los turistas posarán sobre los asientos chamuscados que se colocarán para la ocasión. El souvenir es la foto en sí misma, retocada en Photoshop para colocar un fuego de fondo.
5. La Ruta de Tractebel. Se incluirá dentro de todos los paquetes turísticos una visita obligatoria a las casas de Edgar Pinto Quintanilla y Fernando Talavera Soto, víctimas de la represión policial durante el Arequipazo del año 2001.
Incluye exposición del problema de redes en la ciudad a cargo de la Asociación de Usuarios del Servicio Eléctrico de Arequipa, que lleva el nombre del primer fallecido. Souvenir evidente: un cartucho de bomba lacrimógena y grabación en DVD del prefecto de entonces, Luis Gutiérrez, hablando por teléfono con el presidente mientras la ciudad estaba en una batalla campal. “No hay nada Alejandrito” se le escucha decir. Se incluye el audio del presidente Toledo tratando de negociar por la paz de Arequipa: “Uy, carajo… Si no, no entregamos Majes ¡y a la mierda!”.
Para aprovechar el boom gastronómico se podrían inventar platos con nombres sugerentes, imitando la intención del ex ministro Rafael Rey cuando creó el Pisco 7,9, en honor alterremoto que mató cientos de peruanos en Ica. Arequipa podría tener un plato llamado “No voy a la reelección”, en homenaje a los demonios interiores del presidente regional o “Situación de lodo”, recordando la respuesta del ex rector de la UNSA, Rolando Cornejo, cuando fue interrogado sobre los malos manejos financieros en la universidad.
Señores alcaldes, incentivar el turismo también es tarea de todos.